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DIA Socioemocional – ¿Qué es el Optimismo?

El optimismo es una actitud mediante la cual se considera lo bueno, favorable o deseado como algo que se puede manejar. En este sentido, se ha descrito como un estilo explicativo de lo que le ocurre a una persona. Existe un estilo explicativo optimista, que corresponde a la tendencia a explicar los sucesos o eventos positivos a partir de alguna causa interna (“hay algo que yo hago bien”), estable en el tiempo (“hago algo siempre o muchas veces bien”), y con un efecto global en todos los ámbitos de la vida (“me suelen pasar cosas buenas”). El estilo explicativo pesimista, en cambio, se entiende como la tendencia a explicar eventos negativos a partir de una causa interna (“es mi culpa”), estable en el tiempo (“siempre me va mal”), y con un efecto global en todos los ámbitos de la vida (“nunca me resulta nada bien”).

Por todo lo anterior, la resiliencia, entendida como la capacidad de salir adelante ante situaciones difíciles, se ha asociado de manera importante con el optimismo. En este sentido, las personas con un estilo explicativo optimista anticipan resultados positivos, tienden a interpretar que sus problemas son pasajeros, controlables y propios de una situación, por lo tanto, su percepción global es que estos son más manejables por ellas mismas. En cambio, las personas con un estilo explicativo pesimista visualizan sus problemas como mayores o menos controlables de lo que realmente son, además de caracterizarse por ser más inespecíficos y menos abarcables; en suma, más difíciles de enfrentar o manejar. De ahí la importancia de fomentar en las y los estudiantes una mirada optimista, que les muestre el poder que tienen en sí mismos para encarar desafíos o acotarlos, visualizándose capaces de transitar por una experiencia desafiante sin sentirse embestidos por ella.

Si las expectativas de una persona son favorables, es decir, si siente que las cosas buenas que le pasan dependen, al menos en parte, de sí misma, es probable que aumenten sus esfuerzos para alcanzar sus objetivos. Por otro lado, si sus expectativas son desfavorables, es decir, si su estilo explicativo es pesimista, es muy posible que disminuyan sus esfuerzos incluso hasta llegar al punto de desentenderse por completo de sus objetivos (Scheier y Carver, 1987). Esta desesperanza explica también por qué algunas personas, pensando que algo “no vale la pena”, no sostienen esfuerzos en el tiempo.

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Al evaluar el optimismo en las y los estudiantes, se espera contar con información que, al ser analizada, favorezca decisiones respecto de la promoción e implementación de acciones que permitan a los estudiantes sentirse capaces de enfrentar el año escolar, con las dificultades que puedan presentarse, activando sus recursos para esforzarse, manteniendo el entusiasmo y, sobre todo, la expectativa de que podrán lograr avances, aunque no sea en todo y aunque no sea fácil.

En esta línea, las buenas experiencias educativas no solo promueven un conjunto de habilidades, sino que también fortalecen una mentalidad que fomenta el optimismo: la de crecimiento y el empoderamiento. La buena noticia es que las investigaciones actuales sobre el cerebro revelan que la mente humana se reconstruye constantemente y es capaz de realizar cambios significativos a nivel neuronal. Esto significa que una persona cuyo estilo ha sido siempre pesimista puede “reconectar” su cerebro para volverse más optimista.

Fuente: ¿Qué es el Optimismo y cómo podemos promoverlo entre las y los estudiantes?, Agencia de Calidad de la Educación

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Lucas Espinoza

Fundador de Kimche, apasionado por la tecnología 🤓 y amante de la educación 💙. Docente de Uso de Datos en Educación en el CPEIP, UDD y CILED.